PHYLAKE KARDIAS
phylake kardias — guarda do coração
VIDE
Olivier Clément
Em sua apresentação da versão francesa da Philokalia, Olivier Clément destaca a questão da “guarda do coração”, como forma mais aguda da ascese praticada pelos “padres népticos” (vide nepsis). Atravessando a camada de barro da inconsciência que a separa deste, a inteligência (nous) se destaca do fluxo psíquico de pensamentos, imagens, associações que sem cessar a atravessam. Logismo (v. logismos) que ela estraçalha como “filhos da Babilônia” do salmo, sobre o rochedo do Nome de Jesus. Surgindo do infraconsciente, os “pensamentos” devem ser escrutados antes que eles não se acomodem e se cancerizem: sua carga obsessional é desintegrada pela invocação acelerada do Nome de Jesus) (ou simplesmente o apelo do Kyrie Eleison), seu núcleo psíquico oferecido como uma jovem besta de sacrifício, diz Marcos Asceta. De um “pensamento” ambíguo, Isaac o sírio recomenda nem o rechaçar nem o aceitar, mas de orar ardentemente sobre ele até que o Cristo “mostre de onde ele vem”. E se preciso, humildemente, se refugiar em Deus, no Nome de Jesus.
Seleção de Jean Gouillard
El alma se desprende de las divagaciones malvadas guardando el corazón y evitando que sus miembros, los pensamientos, vaguen por el mundo. Pseudo Macário el Grande Homilías espirituales La soberbia
Por consiguiente, si nos dedicamos a ejercitar con fervor los mandamientos de Dios, la gracia iluminará nuestros sentidos con un sentimiento muy profundo, consumirá nuestros pensamientos y aliviará nuestro corazón por la paz de una inexpresable amistad, disponiéndonos a pensar cosas espirituales y no ya camales. Es lo que no cesa del producirse en aquellos que se acercan a la perfección y guardan ininterrumpidamente en el corazón el recuerdo de Jesús. Diácodo de Fótice El ciclo copto de Macário el Grande La soberbia
Por consiguiente, aquel que quiere purificar su corazón no cese de abrasarlo con el recuerdo de Jesús. Que sea ese su único ejercicio y su trabajo ininterrumpido. Cuando se quiere rechazar la propia miseria no puede haber un momento de oración y un momento de no oración; es necesario dedicarse a ella en todo instante, guardando el intelecto incluso cuando se encuentra fuera de la casa de oración. Si aquel que purifica el mineral de oro tan sólo apartara un tiempo su hoguera, el mineral que quiere purificar retomaría su dureza. Igualmente, aquel que a veces se acuerda de Dios y a veces no, pierde por la interrupción aquello que creyó obtener por la oración. El hombre que ama la virtud es aquel que no cesa de purificar, mediante el recuerdo de Dios, el elemento terrestre de su corazón, a fin de que, poco a poco, lo malo se consuma en el recuerdo del bien y el alma vuelva perfectamente a su esplendor natural y glorioso. Diácodo de Fótice El ciclo copto de Macário el Grande La soberbia
Imitemos entonces a los Padres y, según su ejemplo, busquemos el tesoro oculto en nuestros corazones, y, habiéndolo descubierto, retengámosle con todas nuestras fuerzas para, a la vez, guardarlo y hacerlo valer. A ello fuimos destinados desde nuestro origen. Si algún nuevo Nicodemo intenta perturbamos preguntando: «¿Cómo es posible volver a entrar en el corazón para vivir y trabajar allí?» tendremos derecho a dar la misma respuesta que dio el Salvador a la objeción del primer Nicodemo («¿cómo se puede entrar por segunda vez en el vientre de su madre y renacer cuando se es viejo?»): «El Espíritu sopla por donde quiere», con una imagen tomada del viento material. Si compartimos una duda semejante en relación a las obras de la vida activa, ¿cómo llegaremos a aquellas de la contemplación siendo que «la vida activa es el camino de acceso a la contemplación»?. Puesto que es imposible convencer a un espíritu tan incrédulo sin pruebas escritas, presentaré sucesivamente en este tratado, para provecho de todos, las vidas de los santos y sus escritos. Una vez convencidos será necesario arrojar toda duda. Comenzaremos por nuestro padre san Antonio el Grande, para continuar con su posteridad eligiendo, en las palabras y la conducta de esos santos, nuestras piezas de convicción. Nicéforo el Solitario Tratado de la sobriedad y del cuidado del corazón La soberbia
«¿Quieres, hijo mío, poseer en tu interior una antorcha de ciencia espiritual, para marchar sin tropiezos en la noche profunda del siglo y que el Señor dirija tus pasos' con una fe ardiente por el camino del evangelio, para comulgar, por el rezo y la oración, con los preceptos evangélicos de perfección? Te mostraré un maravilloso método e invención espiritual. Este método, que no reclama fatiga ni combates corporales sino una fatiga y una atención del espíritu sostenidos por el temor y el amor de Dios, te permitirá derrotar sin esfuerzo, a la falange de los enemigos… Si quieres alcanzar la victoria contra las pasiones, con la oración y el auxilio de Dios, entra en ti mismo, húndete en las profundidades de tu corazón, persigue a esos tres gigantes poderosos: el olvido, la pereza y la ignorancia, que son el punto de apoyo de los invasores espirituales. Por ellos las otras pasiones malvadas se insinúan en el alma, trabajan, viven y prevalecen en un alma ligada a los placeres… Una gran atención y vigilancia del espíritu, unida a la ayuda de lo alto, te hará descubrir lo que permanece desconocido para la gran mayoría. Podrás así, por esa oración y esa atención, liberarte de los gigantes del mal. Con la colaboración poderosa de la gracia, esfuérzate por establecer en tu corazón, y guardarlo con cuidado, el equilibrio entre la verdadera ciencia, el recuerdo de la palabra de Dios y una buena resolución; de este modo todo rastro de olvido, de ignorancia y de pereza desaparecerá de tu corazón». Extracto de la vida de nuestro padre san Antonio De Marco a Nicolás La soberbia
Aquel que trabaja para obtener la oración pura caminará, entonces, en una tranquilidad y una compunción extremas bajo la conducción de consejeros experimentados, llorará sin cesar sus pecados temiendo el castigo futuro y lamentando estar separado de Dios en este mundo o en el otro… La oración infalible es la oración ardiente de Jesús… que consume las pasiones como el fuego las espinas, que trae al alma regocijo y alegría, que, semejante a una fuente, brota en pleno corazón del Espíritu vivificante. Que tu deseo sea no encontrar ni poseer más que a ella en tu corazón, guardando sin tregua tu espíritu de toda imagen, desnudo de pensamientos y de conceptos. No temas nada… nosotros no debemos ni temer ni gemir cuando invocamos al Señor. Si algunos se han extraviado, si han perdido el sentido, lo deben, sábelo, a la ideoritmia y al orgullo. Aquel que busca a Dios en la sumisión y en la consulta humilde no tendrá temor de una desdicha de este tipo. El hesicasta no abandonará jamás el camino real. El exceso en todo produce la suficiencia que conduce al error. Gregório el Sinaíta Sobre el error La soberbia
Os diré ahora… como debéis guardar vuestro espíritu, es decir, el acto (energía) de vuestro espíritu y vuestro corazón. Sabéis que todo acto mantiene una relación natural con la esencia y la potencia que lo ejercita y que (una vez ejecutado) retorna naturalmente hacia ella para unírsele y reposar. Por eso una vez que se ha liberado el acto del espíritu — que tiene por órgano al cerebro — de todos los objetos exteriores del mundo por medio de la guardia sobre los sentidos y la imaginación, deberéis llevar nuevamente este acto (energía) a su esencia y a su potencia propia. En otros términos llevaréis el espíritu al centro del corazón -que es, como hemos dicho, el órgano de la esencia y de la potencia del espíritu- y contemplaréis entonces, mentalmente, al hombre interior en su integridad. Esta conversión del espíritu, los principiantes acostumbran practicarla, según la enseñanza de los santos Padres «sobrios», inclinando la cabeza y apoyando el mentón sobre el pecho. Que el retorno del espíritu al corazón esté exento de desviaciones. Nicodemo el Hagiorita De qué forma el espíritu penetra en el corazón La soberbia
