NICOLL FILHO PRODIGO
Maurice Nicoll — COMENTARIOS PSICOLÓGICOS SOBRE LAS ENSEÑANZAS DE GURDJIEFF Y OUSPENSKY
Parábola do "filho pródigo"
Se sabe cuan extraordinaria es la enseñanza del Trabajo sobre la Personalidad y la Esencia. Dice que la Personalidad debe formarse ante todo correctamente, y, a menos que ocurra así, la Esencia no puede crecer más allá de cierto límite. La Esencia crece un poco y luego la Personalidad debe formarse a su alrededor. Entonces la Esencia puede crecer a expensas de la Personalidad, es decir, haciendo que la Personalidad sea pasiva. De este modo se ve que el Hombre, si se lo entiende correctamente, es una serie de experimentos sobre sí mismo. Una Personalidad mal formada, en conjunción con una Esencia infantil, es un serio impedimento para un hombre. La idea es que un hombre debe salir de sí mismo a la vida, y, por así decir, regresar nuevamente, movimiento similar al del hijo pródigo. La vida debe actuar plenamente sobre un hombre antes de que la Esencia pueda crecer más allá de su punto natural. Lo extraordinario es que la gente piensa a menudo que la Esencia puede crecer por sí misma. El Trabajo dice que no puede hacerlo. Puede crecer hasta cierto punto cuando es todavía infantil. Y luego se detiene. La Personalidad debe entonces formar el alimento potencial, eventual para la Esencia; al formarse la Personalidad llega a ser activa. Un hombre debe aprender todo lo que se refiere a la vida para la cual nació en esta tierra. Después, si tiene un centro magnético, y si lo desea, será capaz de encontrar los medios para que su desarrollada Personalidad se vuelva pasiva por un largo trabajo interior. Al hacerlo así, alimenta a la Esencia, mediante una lucha interior. De modo que el Trabajo, que es la educación correcta, la segunda educación, empieza por hacer pasiva a la Personalidad mediante la separación interior, la no identificación, el recuerdo de sí, etcétera. COMENTARIOS VOLUMEN I 2 de enero, 1943 Ahora bien, ya que la Esencia desciende de un “plano superior” y por último se encierra en un cuerpo de sangre y carne, en el Hombre la octava ascendente debe existir en relación con este descenso. Aquí se sostiene la idea que la Esencia, por haber descendido, debe ser capaz de reascender — esto es, de desandar el camino de su descenso — . Si la Esencia reasciende y el centro de gravedad de la conciencia de un hombre y de su ser estuviesen verdaderamente en la Esencia en lugar de estar en la Personalidad, luego el reascenso de la Esencia sería asimismo el ascenso del hombre al nivel de su origen. Sería el viaje de retomo. Esa idea del “viaje de retorno” se menciona en varios lugares en la antigua literatura esotérica, como en el Himno de la Vestidura de Gloria en los Escritos Gnósticos, y hay obviamente una referencia en la parábola del Hijo Pródigo en los Evangelios (Lucas, XV 11-32). El Hijo Pródigo, que con toda probabilidad era un hombre que había satisfecho todos los deseos de su amor de sí y encontró que todo sabía a nada y nada era real — tal vez haya sido un multimillonario — es descrito como alguien que “vuelve en sí”. Se dio cuenta de una manera u otra que no seguía un buen rumbo y que había llegado al fin de las cosas. Todo carecía de sentido, como suele ocurrir cuando el único objeto de la vida es la satisfacción del amor de sí y sus ambiciones. Por eso dice, luego de haber vuelto en si: “Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, erré el blanco.” Así se levantó y se llegó a su padre. No quiere decir su padre terrenal. Su padre se regocija y dice: “Hagamos fiesta, porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado.” Habrán de ver la significación de estas palabras, muerto y perdido. Cuando un hombre vuelve sobre sus pasos y, dejando a la Personalidad tras él, empieza a moverse en dirección a la Esencia, deja de estar muerto o perdido. Buscando el desarrollo de la Esencia por medio del hombre interno, y alejándose de las falsedades e insinceridades y profesiones hueras del hombre externo, empieza a estar vivo en lugar de estar muerto — interiormente, en espíritu — . Ya se da cuenta de lo que tiene que hacer, de lo que en él es espurio, de lo que tiene que observar y lograr que se vuelva cada vez más consciente y de aquello sobre lo cual debe trabajar, y de aquello de lo cual debe despojarse y dejarlo tras sí. Ya no está más perdido, andando a la deriva y sin meta alguna a través de los años. Ahora tiene un rumbo. Ha partido para un verdadero viaje. Es un viaje muy largo, pero no tardará en sentir que recibe ayuda. Por eso en la parábola se dice: “Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó.” La frase “cuando aún estaba lejos” indica que el viaje desde la Personalidad a la Esencia es muy largo. La misericordia y el ser bien recibido señalan la ayuda. Ocurre como si el Trabajo estuviese hablando, y diciendo que cuando un hombre vuelve verdaderamente en sí — esto es, cuando se recuerda a si mismo y se reconoce — sabe que no es la persona que siempre pretendió ser, o aquella que ha tomado por sí mismo, y que ha seguido un rumbo equivocado y trata de mantenerse en él. Es curioso que esa parábola es llamada la del Hijo Pródigo. ¿De qué era pródigo? Algunas personas dicen seriamente que se refiere al dinero. Lo toman sensual, literalmente, e imaginan que fue usada por padres avaros que se alimentaban de algarrobas. Habrán notado que la palabra “Pródigo” no aparece en la parábola. Es en realidad una parábola acerca de un hombre que, por más que haya tenido éxito, descubre que la vida no le dio lo que esperaba y, al darse cuenta que debe tener otro origen que la vida, lo cual no tiene sentido tomado por sí mismo, y debe hacer otra cosa además de vivir, emprende el camino para librarse de toda la falsedad que la vida y sus modalidades han depositado en él, y despojarse de todas las actitudes que su vanidad y sus ilusiones sobre sí mismo han forjado en él. Es en realidad una parábola acerca del retorno al origen de uno mismo — no el retomo a la madre, sino a algo que está más allá y es diferente — . El hombre ha descubierto su verdadero origen. Ha descubierto la Esencia. Toda su vida emocional empieza a cambiar. Se ha asido de la cuerda que cuelga por encima de su cabeza — no porque le hayan hablado de ella, sino saltando él mismo, mediante un esfuerzo que le es propio, por medio de un acto interior de su hombre interior — . En relación con esta comprensión de nuestro origen vertical, que es distinto de nuestro origen temporal, y el resultante reconocimiento de uno mismo, daré algunas citas, sin comentario alguno. Cristo dijo: “No llaméis padre vuestro a nadie en la tierra” (Mateo, XXIII, 9). Cuando su madre le habla del milagro del agua convertida en vino, le dice: “¿Qué tienes conmigo, mujer?” (Juan, II, 4). En otro lugar dice: “¿No sabéis que vosotros todos sois hijos de Dios?” Daré un breve extracto de la Literatura Hermética (Hermética, Libro 1). El autor se refiere al Creador estableciendo los ciclos de nacimiento y muerte de todos los seres vivientes que tienen lugar en la tierra, incluso el del Hombre. Pero el Hombre es diferente de todo el resto de la Vida Orgánica — acerca de la cual hablaremos dentro de un momento — . El Hombre tiene dentro de sí algo más que los animales y esto tiene que llegar a saberlo. Tiene mente sobre y por encima de los sentidos. COMENTARIOS VOLUMEN V Great Amwell House, 16 de febrero de 1952 Ha de comprender usted que este trabajo no se refiere realmente a la vida; se refiere a algo diferente que el hombre puede intentar prescindiendo de su posición actual, ya sea un político triunfante, un famoso científico, o un respetable carnicero o panadero o fabricante de candelas. Este trabajo empieza desde el hombre que ha desarrollado la personalidad y puede habérselas con la vida a su propia manera, en una forma bastante razonable. Es decir, empieza desde el nivel de un buen dueño de casa, lo cual pertenece a la segunda etapa del desarrollo del hombre. Esta tercera etapa se ocupa de todo lo tocante a un posible nuevo desarrollo de esencia y es por eso que tantas cosas aparentemente paradójicas o al menos extrañas se dicen en los Evangelios, tales como las que están contenidas en el Sermón de la Montana, acerca del hombre. Todas ellas se refieren a dejar que la esencia crezca a expensas de la personalidad y ésta es la única manera en que la esencia, que es demasiado débil por sí misma para crecer, puede seguir desarrollándose. En este sentido, la personalidad, que se forma en torno de la esencia, llega a ser eventualmente — si se penetra en esta tercera etapa — la fuente misma desde la cual la esencia puede crecer aún más. Supongamos que por un individuo la personalidad está ricamente desarrollada. Es, entonces, un hombre rico, en el sentido dado por los Evangelios. Conoce todo, es una persona importante. Pero lo que hay de pobre en él es su esencia. No es aún un hombre cabal. Lo que hace, lo hace para lograr mérito, o por temor a la pérdida de honor o reputación, pero no hace nada por sí mismo, nada por amor a lo que está haciendo, prescindiendo de los elogios, la autoridad, la posición, la popularidad o cualquier otro beneficio a los ojos del mundo. Supongamos que este hombre sienta, de alguna manera, como el Hijo Pródigo que no come otra cosa que cáscaras. Quiero decir sencillamente que se siente muy vacío a pesar de todas sus “riquezas”. Tiene una hermosa casa, o joyas, un hombre muy conocido, de algún modo obtuvo lo mejor de todos los demás, y sin embargo se siente vacío. Tal hombre se está aproximando a la posible tercera etapa de desarrollo Ha llegado ahora a una posición en la cual su esencia, su parte verdadera, puede crecer, y así reemplazar el sentimiento de vacío por un sentimiento de significación. Pero con el fin de que se realice en el hombre este nuevo desarrollo debe empezar, por así decirlo, por sacrificar su personalidad y marchar en dirección opuesta a la que siguió hasta ahora. En otras palabras, debe tener lugar en él una especie de inversión, lo que está muy bien expresado en la Parábola del Hijo Pródigo, y a menos que comprenda que esta tercera etapa es posible y lleva al hombre a un verdadero desarrollo, nunca comprenderemos qué dicen los Evangelios o a qué se refiere este sistema. COMENTARIOS VOLUMEN I Birdlip Gloucestershire, 27 de marzo de 1941 La máquina llamada Vida Orgánica en la Tierra no sólo transmite fuerzas descendentes por el Rayo de Creación, sino que crea dentro de sí ciertas fuerzas que pasan a la creciente Luna y la ayudan a desarrollarse. La Luna se alimenta de la Vida Orgánica, además de recibir fuerzas que pasan por el Rayo. Por ejemplo, todo el sufrimiento inútil en la Tierra es alimento para la Luna, tal como las emociones negativas. El dolor es alimento para la Luna y por esta razón se dice a veces que la Vida Orgánica es una fábrica de dolor. El dolor y la muerte alimentan a la Luna y se requiere cierta cantidad de ellos. Por esta razón, aquellos que lo comprendían iniciaron sacrificios en épocas pasadas. Podríamos decir aquí muchas cosas, considerando la Vida Orgánica sólo desde el punto de vista de una máquina insertada en un punto particular del Rayo para un propósito particular — a saber, para servir al Rayo. Porque es preciso comprender que el Hombre no tiene significación alguna en el Rayo mismo sino como una parte de la Vida Orgánica. Pero respecto del Sol, que lo ha creado, el hombre tiene la mayor de las significaciones si se empeña en encontrarlas. Tiene aquí una puerta abierta para él — que no lo conduce al gigantesco Rayo, sino a una escala separada junto a él. Este es uno de los significados de la parábola del Hijo Pródigo: el Hombre puede volver junto al Padre. COMENTARIOS VOLUMEN I 21 de febrero, 1942 Es aparente que el desarrollo de la Esencia es un viaje de regreso o un ascenso (como el del Hijo Pródigo) puesto que baja de un nivel elevado. Muchas veces me pregunté si los dos hijos no se convierten en uno — el que permaneció con su padre y el que bajó al mundo y su vida, y al recordar su origen ascendió otra vez. Creo que debe ser así, porque no pude hallar ninguna explicación para el segundo hijo que permaneció con el padre. Al recordar su origen, el hijo que descendió a la vida se dio cuenta que estaba comiendo cáscaras y empezó el ascenso. Esto es similar a la Tríada-Trabajo que reemplaza la Tríada-Vida y la inversión que tiene lugar. La Esencia ahora crece hasta el nivel de su origen. Esto me recuerda que debo decir unas pocas palabras sobre la necesidad del Recuerdo de Sí en la Tríada-Trabajo. Es preciso encontrar diversas maneras de no estar sólo en la vida — de otro modo se entra en la Tríada-Vida. Sentir que nuestro origen no deriva de la tierra ni de nuestros padres ni de nuestros antecesores es una manera — sólo una — de recordarse a sí mismo. “Y no llaméis padre vuestro a nadie en la tierra” (Mateo, XXIII, 9). Cristo dice que hemos de hacer las cosas en su Nombre. Se le exige a usted que piense y trabaje secretamente en Nombre del Trabajo y no por una recompensa. De otro modo se convierte en algo meritorio y así va a la Personalidad. Conviene percibir internamente la verdad de aquello que enseña el Trabajo y hacerlo porque se ve su verdad y no porque nos lo dicen y deseamos ser los primeros. Se ha de recordar a menudo que en nuestra vida todo existe y cuanto hemos pensado, sentido, dicho y hecho está allí, en una dimensión superior, oculto a los sentidos. Hemos de hacer frente a la vida desde el punto de vista del Trabajo. Ayuda a recordarse a sí mismo si uno se da cuenta que la vida es un circulo y lo que ahora se hace conscientemente cambia tanto el pasado como el futuro, y lo que se hace mecánicamente no produce cambio alguno. En vez de querer culpar, desee comprender. Intente invertir realmente la culpa y ver la misma falta en si mismo. Cada vez que recuerda algo en el Trabajo respecto a aquello con lo cual se está identificando y hacia lo cual es negativo, en ese momento esto constituye una forma de Recuerdo de Sí. Lo levanta un poco por encima de los estados de ánimo inducidos por la vida en las cuales cree con tanta facilidad. Cada vez que dice: “Esto no es Yo”, cuando cavila y es negativo y se queja, acrecienta un poco el despertar. Recordar temprano en la mañana que está haciendo este Trabajo y reparar en su estado de ánimo y pensamiento y no identificarse con ellos puede cambiar el día entero. Trate de aceptar los eventos que el día le presenta exactamente de la misma manera que le es dado trabajar sobre ellos. Hay centenares de maneras de recordarse a sí mismo — esto es, de prevenir el caerse boca abajo en el lodo de la vida — . Todas esas diferentes maneras diarias de Recuerdo de Sí que nos ponen en presencia del Trabajo ponen en movimiento octavas que, cuando vivimos mecánicamente y estamos dormidos en la vida, no pueden proseguir. Nuevos hidrógenos — esto es, energías — se producen. COMENTARIOS VOLUMEN V Great Amwell House, 16 de febrero de 1952 Hablaremos ahora de la consideración interna, en relación con las emociones innecesarias. La consideración interna tiene su origen en el Centro Emocional en este sentido — a saber, que tras ella hay siempre un sentimiento, una emoción. Emplea el Centro Intelectual en interminables palabras, en charla interna y en escribir patéticas cartas que nunca o casi nunca se envían, pero tiene su raíz en un sentimiento, una emoción. ¿Cuál es la emoción que origina la consideración interna? Nos referiremos a ella gentilmente, porque todos nosotros, por más importantes o valientes o endurecidos que imaginemos ser, esta emoción, este sentimiento moran en lo hondo de nuestra persona — a no ser que, por milagro, el amor a Dios haya penetrado en nuestro corazón y nos haya hecho comprender que la Tierra es un lugar de prueba, y que no hay ser humano capaz de comprendernos. Tomemos como ejemplo a la persona que siente que no debería llover el día de su cumpleaños. Llueve a mares. Reflexiona. Se siente triste. Le parece que no la aprecian, que no la tratan con justicia, que no la entienden. Esperaba con tanta impaciencia ese día. Esto, en el Trabajo, es llamado consideración interna. Como dije, es en realidad una emoción, un sentimiento, aunque se emplee el Centro Intelectual para darle voz en millones de palabras, que se dicen o no. Dicha persona pone buen semblante y dice que no le importa. Sí — pero en su fuero interno el sentimiento, la emoción prosiguen, y muchas otras emociones similares producidas de experiencias similares proveniente de un lejano pasado forman un núcleo en el Centro Emocional, desde el cual muchas otras formas de consideración interna se ramifican — , por ejemplo, se pierde el ómnibus y siempre sucede así, o se quiere visitar a la novia y ésta dice que tiene que salir para ver a su tía, o se quería ver una pieza de teatro y nuestros amigos nos llevan a ver otra, etc. Nadie, desde luego, presta atención a nuestras necesidades. Hablo en forma trivial a propósito, porque el tema de la consideración interna es muy profundo y un asunto serio — porque de algún modo la vida nos es ajena — . En verdad, es tan profundo y serio que todo el alcance y el poder de la enseñanza esotérica a lo largo de las edades, incluso toda la fuerza de la enseñanza latente en las parábolas de los Evangelios — tal como la de “El Hijo Pródigo” — no fueron capaces de curar a la Humanidad. Por cierto, la Humanidad, a no ser que despierte del sueño y llegue al nivel del Hombre Consciente, nunca podrá curarse. Pero el hombre, la mujer, pueden curarse — mediante un arduo trabajo sobre sí. COMENTARIOS VOLUMEN III Great Amwell House, 31 de enero de 1948
